Cada periodo de la vida tiene sus propios desafíos. En el caso de las personas mayores, estos desafíos son la jubilación, el apoyo logístico hacia los hijos, el cuidado de los nietos, la pérdida de la salud física propia, dolor crónico, la pérdida de la salud física o la muerte de la pareja, de familiares o de amigos. Además, se puede sumar el que los propios hijos, (y con la mejor intención de ayudar), empiecen a tomar decisiones por la persona mayor e intervengan en facetas en que el mayor es todavía autónomo. Si esta situación sobrecarga y supera a la persona mayor, es necesario ir a terapia. Pero no hace falta que la persona mayor esté superada por las demandas, el deseo de tener un apoyo para gestionar más eficientemente dichas demandas, y así gastar las energías en aquello que realmente importa, es suficiente para iniciar la terapia.