Los niños no necesariamente experimentan o muestran los mismos síntomas que los adultos cuando tienen problemas psicológicos. Es decir, los niños sufren muchos de los problemas psicológicos de los adultos, (como la tristeza, la depresión, la ansiedad, el estrés, etc.), pero la exteriorización de dichos problemas puede ser distinta a la de los adultos. Por esto es más difícil diagnosticar los trastornos psicológicos en los niños, y porque ellos no siempre son capaces de expresar cómo se sienten.
Los trastornos del estado de ánimo (fundamentalmente tristeza y depresión) en los niños los pone en riesgo de sufrir otros trastornos (frecuentemente trastornos de la ansiedad, comportamiento perturbador y trastornos de abuso de sustancias posteriormente en la adolescencia) que pueden persistir mucho después de haber solucionado los episodios de depresión iniciales, permaneciendo el trastorno psicológico posterior al trastorno original depresivo.
El profesional de la psicología le da información (a los padres o tutores) acerca de la manera de pensar y de desarrollarse el niño (psicología del desarrollo). También puede sugerir métodos para modificar el comportamiento. Con la paciencia de los padres o tutores y la ayuda de los profesionales de la psicología cuando sea necesaria, puede allanarse el camino para que los niños aprendan a vivir con satisfacción, tanto por ellos mismos como por su entorno familiar y escolar.
A veces el niño manifiesta explícitamente que necesita ayuda. Y en otros casos el niño no es capaz de expresar su necesidad de recibir ayuda. Son los adultos (padres, tutores, profesores) los que deben localizar los cambios en el estado de ánimo y en la conducta del niño. Puede que el malestar se refleje en forma de aislamiento y tristeza, pero también puede aparecer en forma de enfado o ira.
Por tanto, los padres o tutores deben estar atentos a la adaptación del niño y a signos de alarma que nos hagan pensar que algo no va bien, ya sea por defecto o por exceso en los comportamientos del niño.
En este tipo de situaciones es importante que los padres lleven a su hijo cuanto antes al psicólogo para evitar que el problema se complique o cronifique.
Otras veces los padres acuden a consulta para asegurarse de que las pautas educacionales que siguen son las correctas y para aprender una manera más eficaz de relacionarse con sus hijos.
La terapia se estructura así:
La terapia con niños comienza con una evaluación de la situación, se recoge información en diferentes aspectos de la vida del menor y de la familia. También se identifican los puntos fuertes para mantenerlos y potenciarlos, e incorporarlos al tratamiento para así ayudar a un buen proceso terapéutico.
Tras esta recogida de información, se llevará a cabo una sesión de devolución de información (a los padres o tutores, y en la debida forma al niño), en la cual se hace un planteamiento sobre cómo ha podido surgir el problema y qué aspectos hacen que se esté manteniendo en este momento. Se hace una propuesta de plan de tratamiento, donde se exponen la manera de afrontar la situación-problema, abordarla y superarla.
Se practican las estrategias y técnicas diseñadas en el plan de tratamiento del apartado anterior.
La terapia infantil es una terapia en la que se trabaja conjuntamente con niño y familia. Es muy importante la implicación de todos los miembros de la familia que participen activamente en la educación del menor, ya que es fundamental que haya una misma línea de trabajo y que se aborden los problemas de la misma forma para así conseguir una mayor eficacia.